Continuando la carretera que nos traía de Infiesto y dejando atrás Espinareu, nos adentramos a pocos kilómetros en una zona frondosa convertida en área recreativa para los amantes del senderismo. En ella abundan los castaños, robles y avellanos entre otras muchas especies arbóreas
A nuestra derecha, o izquierda según el margen que vayamos tomando, el río que con su dulce música resulta un agradable compañero que nos transmite esa paz de la que tanto carecemos.
Deslizase en suave cadencia en ocasiones, silencioso, como intentando no romper la armonía del paisaje. Otras veces el silencio queda roto por el suave murmullo de un pequeño rápido y la apenas perceptible música de una pequeña cascada producida por un mínimo desnivel.
Centenarios troncos retorcidos y agujereados por la erosión del tiempo o los insectos, se cruzan de continuo en nuestro camino para mostrarnos su deslumbrante hermosura, aquella que solo el tiempo y la paciencia pueden crear.
Hojas caídas, relucientes aún por el rocío acumulado durante la noche y la madrugada o enestado de descomposición por continuo e insistente efecto de las múltiples humedades acumuladas día tras día, forman una suave alfombra que nuestros pies agradecen.
De vez en cuando una rústica mesa y un banco ofrecen al paseante un bucólico lugar dereposo, en el que, incluso, puede degustar unasviandas.
Líquenes y musgos adheridos a los vetustos troncos y milenarias rocas completan esta sinfonía otoñal de suave cadencia y luz difusaen la que resulta imposible a la vista avanzar más allá de unas decenas de metros, pues bien dicen que los árboles no nos permiten vislumbrar el bosque.
Pero si nos tomamos la precaución de caminar despacio, con paso silente y aguzados
la vista y el oído, podremos contemplar sin mucho esfuerzo, ojos que nos vigilan, incrustados en leñosos rostros, de viejos dioses astures venidos a menos.
Oquedades que se esculpen en los troncos de los árboles cual desgarradas bocas que nos envían un grito de advertencia, una llamada de auxilio contra la destrucción planificada del hombre contra la naturaleza.
Como Piloñes de adopcion La Pesanca es mi lugar favorito,un lugar lleno de magia y de un extraño y remoto sosiego que en el fondo pienso que añoramos.Gracias Xuanin.
ResponderEliminar