domingo, 28 de agosto de 2011

Parece salida de una colección del siglo XIX, no obstante la foto fué realizada este pasado invierno en una de tantas calles con encanto con las que cuenta Estambul, esa magnética ciudad que contiene cientos de distintas ciudades en su interior. El olor de la cocina transmitido por el tubo de la chimenea resulta totalmente imposible de ser transmitido aquí. Echarle un poco de imaginación y podeis transladaros a los más sorprendentes rincones de los barrios obreros surgidos durante la Revolución Industrial.
La belleza es extraña y compleja, en su percepción intervienen miles de agentes totalmente subjetivos. A mi, personalmente me encanto el paraje, como también me satisface el resultado obtenido despues de disparar el obturador. En posteriores publicaciones intentaré reproducir otros rincones de ese Estambul desconocido para la inmensa mayoría de los turistas.

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