Tengo un amigo poeta, pintor, botánico y cuanto pueda echarse a la cara. Ese amigo me coloca en ocasiones ante verdaderos aprietos. El último ha sido un auténtico desafío, pues no se le ha ocurrido otra cosa que remitirme varios poemas suyos para que los colgara en mi blog acompañados de una de mis imágenes. El amigo en cuestión no es otro que el aragonés José Antonio Conde, quien ya comienza a ser conocido por estos pagos, no solo por su visita anual a nuestra ciudad, si no también por haber presentado dos de sus obras en Gijón y ser uno de los ganadores del Premio Cálamo de Poesía Erótica. Vayan pues a continuación dos de los textos que ya considero resueltos. Sean los lectores quienes nos suban al cadalso o tengan piedad de nosotros.
EL GRAN MASTURBADOR
Un Quijote llega en la noche,
hollando sobre el monstruo que viste de deseo
el tímido roce de un delirio.
Creciendo corrompe el sueño,
como una lengua que suplica humedad.
Convoca fantasías,
penetra en lechos legítimos
ocultándose bajo cinturas de fuego.
Sometiendo a la sangre
encadena cuerpos, saquea labios,
rapta ninfas de dorados ombligos
y bajo su lanza las posee.
Entre dientes enfebrecidos, arde en espuma
y cegado por una vertical sacudida
cubre insaciable la armadura de eróticos fermentos.
Ahora la errante debilidad
muestra paraísos interminables.
Entonces,
aumenta el galope por un lascivo silencio
desafiando una y otra vez,
la íntima geografía de la noche.
José Antonio Conde
Barcelona siempre depara sorpresas. Y aquella tarde plomiza, la brisa se arrastraba en silencio por las callejuelas del Rabal. Todo parecía deshabitado, hasta que advertí, junto a una esquina, una larga fila de querubines haciendo acopio de esmeraldas en una orfebrería de empeño.
Un cartel de madera colgado de la puerta decía así;
Esmeraldas para la castidad.
Contra el deseo, topacios.
Y acabaron con todas las existencias.
José Antonio Conde
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