El oro de los atardeceres decorando aguas y fachadas, la blanca espuma de las olas rompiendo contra el litoral, los densos nubarrones presagiando la tormenta o el último look de Lequerica, más conocido por los gijoneses como Liquelique por cuestiones de la trasmisión oral. Son estos aspectos de Gijón que sin duda me atraen y distraen de la monotonía que, día a día, produce el vivir en una mediana ciudad de provincias.
Sin levantar la voz
Hace 4 meses
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