Inicio en esta nueva entrada un homenaje a una de las ciudades más acogedoras de este país en el que nos ha tocado nacer. Me refiero, por supuesto, a Madrid, esa capital a la que considero mi segunda patria. Pretendo, con esta y las sucesivas páginas, ofrecer una visión algo distinta de los lugares comunes en que se suele caer a la hora de describirla y al mismo tiempo compartir alguna de las imágenes obtenidas durante mi última estancia en ella.
Alcalá, junto con Gran Vía y la Plaza de España, han sido los puntos elegidos por Madrid para dirigirse, desafiante, al cielo. Esta función, limitada hasta entonces a los campanarios de las iglesias, fué, una vez asimilada la ilustración, privilegio de los edificios públicos que lentamente fueron perdiendo su imponente masa horizontal para ir, poco a poco, ganando altura. El espacio que, otrora, fuese reservado a lo divino fue paulatinamente siendo ocupado por la función pública y la iniciativa privada.
Son espacios para pasear con la vista puesta en las alturas. Ignorando multitudes y olvidarse del copioso tráfico que transita las calles en horas punta. Desde la Puerta de Alcalá, erigida por encargo del ilustrado Carlos III a su final en Sol se suceden edificios públicos como el Palacio de Comunicaciones, el Banco de España o el Ministerio del Ejército: palacios como el actualmente ocupado por la Casa de América, fundaciones como Bellas Artes o el Instituto Cervantes, ubicado en el edificio de un antiguo Banco de los tantos que se instalaron en la zona en un principio.
La construcción más antigua de la calle corresponde a la denominada Iglesia de Las Calatravas. Denominada así por haber formado parte en su día del convento de las Religiosas Calatravas, de cuyo edificio tan solo se conserva hoy en día el templo. Data del siglo XVII, fecha en que dicha orden se trasladó a Madrid para permanecer "más cerca de La Corte"
Un pequeño desvío a la derecha, casi al principio de la calle, nos conduce a la preciosa Plaza de Canalejas. Su forma circular, a la que contribuyen el estilo y disposición arquitectónica de sus edificios, hacen de esta plaza un lugar único y cargado de encanto, donde la línea curva prevalece sobre el resto, creando un espacio único y armónico.
En realidad la calle de Alcalá es muchisimo má larga, de hecho es la mayor de las existentes en Madrid, ya que naciendo en la Puerta del Sol se extiende hasta la Alameda de Osuna, más allá de la Plaza de Las Ventas. Pero su encanto real se encuentra precisamente en el espacio descrito, entre La Puerta de Alcalá y Sol. Voluntariamente he omitido lugares demasiado machacados como la Plaza de Las Ventas o la estatua de Cibeles.
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