Las cañadas por las que discurría el camino de la trashumancia, fueron reguladas por el rey Alfonso X El Sabio, lo que explica que, con el transcurso de los años, el trazado primigenio llegase a inundar el centro de las grandes urbes como Madrid.
Resulta realmente chocante, contemplar como miles de ovejas atraviesan la calle de Alcalá para tomar Sol y de allí, por Arenal, ocupar Opera y la Plaza de Oriente para dirigirse finalmente a la Casa de Campo.
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