sábado, 10 de septiembre de 2011

FIESTES EN CIMAVILLA

Cimavilla está en fiestas.Son casi dos semanas, por aquello del grandonismo gijonés ¡Hay que hacerle la competencia a la Semana Grande de Bajovilla!
Haber, hay,  para todos los gustos, empezando por la gastronomía que podríamos asegurar que comienza con esa gran sardinada organizada por la Asociación de Vecinos. En el transcurso de ese acto se realiza una merecido  homenaje a los más ancianos del barrio alto. Posteriormente y trás la actuación del coro de Voces de Cimavilla, se inicia la cuchipanda a base de estos pececillos de la familia de los clupeidos. La asistencia es  siempre masiva y para favorecer la digestión siempre está el zumo fermentado de la manzana que hace que más de un piloto pierda el rumbo y aparezca en puerto extraño.
Cierto es que ya no se engalanan las calles  con guirnaldas y que tampoco guardan los portales de las casas los monigotes de trapo que otrora representaban      escenas cotidianas de carácter generalmente satírico o subidas de tono en ocasiones. Tampoco se ven gigantes, pero eso sí abundan los cabezudos.
Los tiempos cambian, es ley de vida, ya no existen colas ante la cabina telefónica para comunicarse con el hogar y tatarear la eterna cantinela de "mama, estoy con las amigas, déjame llegar un poco más tarde que estamos en fiestes". Hoy todo el mundo tiene movil y o bien se da la disculpa de que "no lo escuché con el ruido" o simple y llanamanete, se apaga y ¡A vivir que son dos días. La jarana es la jarana y no van a venir unos padres aguafiestas a joder el cachondeo, que, total, son tres dias de vida y dos de ellos de currelo.
Lo que permanece más o menos inmutable es la verbena, eso sí, con muchos más watios y unos camiones escenario que, en ocasiones emulan espectáculos musicales de Broadway pero un poquito a lo hortera. Siempre la música pachanguera rodó por los prados y calles de las romerías. Pero, al fín y al cabo son el disfrute y la delicia de niños y mayores. Cada uno de los
cuales interpreta a su peculiar manera el ritmo de la banda de turno, bien sea bajo el clásico mano derecha a la espalda e izda cogida a la de la pareja o de la forma más variopinta y creativa que el danzante pueda imaginar. Sirvan, a modo de ejemplo, las dos imágenes tomadas en la pista de El Cerro que se reproducen en esta página.
   Queda otro aspecto de las fiestas que comunmente se considera como un nuevo fenómeno, pero que, como casi todos los hechos sociales ya tuvo sus antecesores, al menos en los años sesenta y setenta y mucho más atrás si me apuran. Las crisis agudizan el ingenio, cuando escasea el dinero se buscan modelos de diversión más económicos, las comidas campestres, los merenderos o la litrona no son si no otras caras de la misma moneda a la que pertenece el botellón. no deberíamos olvidar tampoco los guateques. Los problemas sociales que pueden derivarse de estas prácticas
son punto y aparte y no es este el espacio en el que deben ser analizados. Lo que si podemos afirmar es que muchos jovenes se organizan de este modo de forma totalmente civilizada y no deben de ser juzgados por los excesos y altercados que otros, generalmente minoritarios, puedan provocar.

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